A veces uno tiene una idea, concreta, precisa, una idea que se desarrolla a sí misma, una idea que lo ocupa todo en su materialización.
Hay algunas de esas ideas que tienen la capacidad de dar sentido a todo lo demás, bien porque lo estructuran aportando consistencia a un relato, bien porque resuelven los conflictos que antes de ellas separaban al agua del aceite....
Hay ideas desafortunadas también, impertinentes, desubicadas, inconclusas a tal punto que no se toman en consideración; las hay, además, comprometidas, arriesgadas, irreverentes y dóciles, pretenciosas, excluyentes, mordaces y desinteresadas, sutiles, exageradas, cómicas y coherentes...
Todas pueden ser, y tantas otras... y siempre están la duda, la deuda y la desdicha sobrevolando el vertedero de las ideas descartadas.
J. Albuerne