27 de septiembre de 2023

Escribe Ania

Foto: Gaby Merz


Como dije hace pocos días en las redes sociales, apenas hace una semana que acabó el proyecto y ya se siente como uno de esos recuerdos antiguos que recuerdas con añoranza y una sonrisa en la cara.

El CRECE fue intenso, pero rápido. Probablemente no mienta cuando digo que nunca antes había vivido y sentido tantas cosas nuevas en tan poco tiempo. Tres semanas que pasaron veloces como un suspiro pero que han dejado una marca permanente. He tenido la suerte de conocer a gente maravillosa y trabajar a su lado cada día. También, de volver a encontrarme con personas que ya en el pasado me enseñaron mucho pero que, afortunadamente, todavía tenían mucho más conocimiento que compartir.

Como artista, crear, ensayar y actuar en el CRECE me ha aportado muchísimo. Era la primera vez que actuaba sin mis riggers/lifters habituales y tener que volver a explicar, y a aprender yo también, todo desde cero ha sido a la vez un reto y un gran placer. Y es que el nivel de confianza y complicidad que se vivía dentro del Price era especial... Único, me atrevería a decir.

¿Cómo describiría mi experiencia? No se puede. Por más que le doy vueltas no encuentro la manera de explicarlo adecuadamente. Solo tengo un cúmulo de palabras atoradas en mi cabeza que a día de hoy siguen apareciendo en mis sueños: Price, cumbia, café, pintalabios, Frida, pollaboba, entrecejo, pelo, peine, agua, toallas, más pelo, Hitler, bigote, gafas, fiesta, vacío, polipasto, mosquetones, vestido, falda, John, vida, Budha, final. (Me pregunto si algún día se irán...).

¿Para qué? Irrelevante
¿Qué pasó? Nadie lo sabe ciertamente
¿Qué es el amor? Circo
¿Cómo se vive la vida? Por el borde y con cuidado
¿Qué hay después del final? Probablemente una fiesta

Gracias al CRECE y a toda la gente bonita que lo forma tengo la sensación (y la esperanza) de que ya nunca más volverá a ser simplemente un día cualquiera.

Ania Giannattasio Blanco


Foto: Gaby Merz