16 de octubre de 2022

Reflexión de Borja

  Foto: Gaby Merz


CRECE fue una vuelta a la caldera. Al puchero de 15 ingredientes de la abuela, un hogar con muchas especias que igual que sabe rico, tiene una digestión lenta y por eso hay que dejar asentarlo tras vivirlo.

Un puchero caliente porque acoge, cuida y mantiene, con ingredientes diversos que combinan historias y lenguajes para dar un sabor único. Un cuerpo único con órganos fundidos.

Al comenzar a hacer circo, iba con mi familia a ver espectáculos, y galas al Circo Price, donde siempre me preguntaban cuándo actuaría allí. Yo me reía, porque me pensaba imposible de tomar esa escena. Cinco años después, ya no estaba junto a ellas en las gradas, sino en el centro del teatro, actuando por primera vez en Madrid, y pudiendo compartir mi lenguaje artístico con mi gente de allí, con mis abuelas.

Trabajar con Vero y Sabrina y Alex ha sido muy enriquecedor, todo el trabajo de investigación, de puesta en escena y el SI ante toda propuesta, han hecho que el proceso creativo haya sido muy fácil. Poder generar un espectáculo de circo donde el circo no es el cuerpo del espectáculo, siendo una propuesta arriesgada en la que nos mostramos vulnerables y pudimos experimentar distintos lenguajes escénicos, permitiéndonos hacer cosas que no habíamos probado en escena.

Me llevo un hermoso recuerdo de este puchero, disfuté cada una de las cucharadas, y aún sigue quedando el regusto del plato. PLACER.

Gracias también a Javi, Marisa, Quim, Oscar por cuidar del equipo y generar un espacio amable para encontrarnos.

¿Por qué tienen nombre todos los deseos concretos que habitan la historia desde las danzas en fuego, la diversión carnal que propone formas de relación y respiran constantes en la destrucción del Nuevo Mundo? ¿Por qué no tiene nombre la fetichización de la censura, de centralizar el deseo, de criminalizar y asesinar los orgasmos de la humanidad?

Borja