18 de septiembre de 2025

Escribe Camilo


Cuando era pequeño vi por primera vez un Circo mientras viajaba por Chile junto a mi familia. Recuerdo que era muy precario, apenas se levantaba con un par de fierros y sillas de plástico. Sin embargo, nunca olvidaré que, saliendo del espectáculo, un pensamiento me mantendría intranquilo hasta el día de hoy. En ese momento, a esa temprana edad pensé: quiero ser Payaso.

No había hecho esta reflexión ni recordado esta anécdota hasta vivir la experiencia CRECE, porque toda mi carrera como payaso se había movido en el underground, actuando en donde se me permitiera, en cabaretes, kafetas, espacios públicos, la calle… Hasta que un día, de pronto, me veía entrar en los pasillos de Circo Price, observando cada uno de sus rincones, nuevamente volviendo a ser ese niño pequeño, curioso… Y frente a mí, a modo de recordatorio, los cuadros antiguos donde están los registros de actuaciones de mis grandes ídolos e ídolas, los cuales me dieron fuerza, cual si fueran espíritus que se colaron en mi cuerpo y que me invitaban a atreverme a hacer, pero también me exigían una gran responsabilidad sobre mis hombros.

Fue en este camino en donde entendí que no podría hacerlo solo. Así que saqué ciertas conclusiones. 

La primera, agradecer a mi compañera de trabajo, la payasa Louna, que siendo de lugares tan distintos pudimos crear, entendernos y dialogar hasta crear un vínculo que se llevaba al escenario y en donde el público muchas veces pensó que trabajamos juntos desde hace años, aunque solo llevábamos juntos 14 días.

La segunda, el director, Joel Martí, que siempre me hizo trabajar desde la incomodidad y esto me hizo crecer como artista, cuestionando constantemente el oficio y también por qué no, confiando en sus locuras.

La tercera tiene que ver con todo el maravilloso elenco que se formó para esta edición de CRECE , cada uno con su talento y su trabajo. Con un hambre impresionante de creación y de mundo.

La cuarta, todos y todas las trabajadoras del Teatro Circo Price, desde técnicos hasta servicio de limpieza, cada persona que me entregó un mensaje de apoyo y aliento.

Quinta, la Escuela de Circo Carampa y todo su equipo de producción, que estuvo siempre disponible para cualquier asunto y acompañaron todo el proceso.

Solo me queda agradecer esta oportunidad que me ha dado más razones por las cuales elegí este oficio y la fuerza para seguir creando, porque payaso…, PAYASO HAY PARA RATO.


Infinitas gracias, 

Camilo Oyadaner Salcedo